Hola, mucho gusto (¿o cómo se empieza?)
Supongo que para empezar hay que presentarse. Hola, mucho gusto, no sé quién soy pero me llamo Paulina Kohn y tengo un par de cosas que traigo atoradas. Empecemos.

Bueno, bueno, si esperabas un “hola, mucho gusto soy…” con una extensa introducción de mi persona, déjame decirte que empezaré quedándote mal porque hoy no tengo respuesta para ese “soy”. Lo que sí puedo decirte es que me llamo Paulina Kohn y en los últimos meses han pasado cosas. Muchas. Demasiadas. Algunas tristes, muy tristes, otras felices, y me refiero a las más felices que puede experimentar cualquier ser humano.
Hoy, después de mucho, no me atrevo a decir -y menos pensar- que ya viví lo más duro, porque cada vez que me he permitido creerlo, la vida parece estar atenta, escuchando, lista para demostrarme que todavía puede sorprenderme. Hice las paces con eso y decidí soltar, cooperar y abrazar sea lo que sea que me toque vivir. Me guste o no. Siempre tratando. Así que dejémoslo así: han pasado cosas. Y no, no soy ninguna víctima de nada, todo lo contrario. Muerte. Vida. Duelo. Luz. Sombra. Ilusión. Esperanza. Desesperanza. Fe. El nuevo amor de mi vida (en toda la extensión de la palabra). La pérdida de otro gran amor. Hospitales. Diagnósticos. Vida. Mucha vida. Dios.
Ocho meses. Y apenas empiezo a asimilar. Va cayendo el “después” de las cosas, poco a poco, sin orden, como vienen: sin pedir permiso, dando bofetadas, golpes de realidad, pinchazos en la panza… y lo peor, a la hora que se les da la gana. En plena noche, cuando creo que voy a poder dormir con el pie estirado. O en la mañana, justo en ese momentito de “paz”, con el café en la mano… llega la cachetada. Y entonces decido ver el “bendito” aprendizaje.
Los pensamientos, los recuerdos, lo vivido… caen. Porque en algún momento todo tiene que caer, aunque nos la pasemos haciéndonos mensos y funcionando en piloto automático, haciendo como si nada pasa. ¿A qué voy? Pues bien, justo a eso: esto es un ejercicio para tratar de acomodar. Tengo tantas cosas atoradas que terminé haciendo una lista enorme de temas que rondan en mi cabeza, en la garganta, en la panza. Y que, de una u otra forma, tienen que salir. Sacarlo me hará bien… o eso dicen. ¿Que puede ofender a alguien? Puede ser. ¿Que alguien piense que lo que digo va dirigido a él o a ella? Probablemente sí. Ni modo. Este es mi espacio, le guste a quien le guste (jaja). De paso, quedará documentado lo aprendido. Y tal vez, en una de esas, a algún ser humano en alguna parte del mundo le haga sentido lo que escribo. Puede que se identifique, que le resuene. Y lo más importante: que empatice. Y si alguien —uno solo— logra darse cuenta de que la persona que tiene al lado está viviendo un mundo completamente distinto al suyo —a veces padre, a veces no tan padre, pero suyo—, entonces me doy por bien servida.
Cada quien vive las cosas de forma distinta. Cada persona es un mundo. Y creo que eso está bien. Solo hay que entenderlo.
Gracias por ser un lector más de este no sé qué (más adelante entenderé qué es esto). Aquí iré soltando, poco a poco, cosas que no tienen pies ni cabeza. Mucho menos orden. Puede ser que mi enojo y mi frustración y lo complicado que puede ser vivirlo a la par de tanta felicidad e ilusión vaya cobrando sentido mientras escriba. Esto no es un intento de ordenar, sino de dejar que las cosas caigan. Como cae la vida. Sin sentido. Como venga.
Pauli!!!
Que palabras tan bonitas y profundas!!!
Qué belleza de escrito!💗